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La Cueva Corazón y la presencia neandertal en el Cañón de la Horadada


La Cueva Corazón, situada en el Cañón de la Horadada, en Mave (Palencia), constituye uno de los yacimientos arqueológicos más destacados de Castilla y León para el estudio de la ocupación de los neandertales en la Meseta norte durante el Pleistoceno superior y sus relaciones con la Cornisa Cantábrica. En este trabajo presentamos una síntesis de toda la información que, hasta el momento, se ha obtenido del proyecto de investigación que estamos abordando en el Cañón de la Horadada y, muy particularmente, de la rica secuencia arqueológica documentada en Cueva Corazón. Esta cueva fue ocupada por los representantes de la especie Homo neanderthalensis hace 96-95 mil años y, en ella, dejaron una rica impronta de sus actividades culturales y económicas, en un momento en el que nuestra especie, Homo sapiens, aún estaba lejos de conquistar el continente europeo.

Economía y subsistencia de los grupos neandertales

Para hacer funcionar su fuerte y robusto cuerpo (pesaban entre 80 y 90 kilos para una altura promedio de 165 centímetros), los neandertales necesitaban una ingente cantidad de calorías al día. En las latitudes medias, incluso en los momentos cálidos del Pleistoceno superior, el recurso más abundante y seguro era la carne. Estos humanos eran grandes consumidores de carne y grasa animal, y probablemente se hallaban situados en la cúspide de los carnívoros europeos de su tiempo. Los neandertales, por tanto, eran grandes cazadores, dedicados a abatir las especies animales más abundantes de las regiones que habitaban: sobre todo herbívoros gregarios (cuyos movimientos estacionales se guían por pautas ancestrales) como el caballo, el bisonte o el reno. En zonas escarpadas también cazaban cabras. Como buenos depredadores, se adaptaban perfectamente a los recursos disponibles en cada lugar y en cada momento.

A pesar de la abultada lista de yacimientos asignados al Paleolítico medio en la Meseta española, son pocos los emplazamientos que permiten caracterizar las actividades de los neandertales. En la mayor parte de los casos, las muestras óseas son escasas o poco representativas, al tiempo que muchos de estos yacimientos presentan importantes actividades generadas por distintos carnívoros. Este hecho no permite dilucidar con detalle qué agentes fueron los principales responsables de la acumulación ósea: encontramos tanto ejemplos de restos de animales con trazas de actividad humana como abundantes restos de carnívoros en los yacimientos y huellas de su intervención en las acumulaciones de herbívoros.

En conjunto, los yacimientos documentados en la Meseta nos indican que los neandertales presentaban diferentes adaptaciones al medio, dada la variedad de representaciones de animales que se encuentran en sus yacimientos, mostrando una diversa gama de comportamientos económicos y subsistenciales. Así, hay lugares donde parece haber una importante actividad sobre animales de roquedo, como es el caso, por ejemplo, de la cueva burgalesa de Valdegoba [28].

En otros casos los grupos neandertales optaron por cazar otro tipo de animales, tales como el ciervo o el caballo. Finalmente hay sitios donde cabras y ciervos presentan evidencias claras de consumo por parte de los grupos neandertales. Estos casos, como los burgaleses de Cueva Millán o La Ermita, no cuentan sin embargo con muestras muy representativas, al tiempo que en ellos los carnívoros también han estado presentes [29].

El yacimiento de Cueva Corazón, por su parte, ha proporcionado por el momento 1.145 restos, entre los que han sido determinados de forma taxonómica y anatómica 228. Las especies identificadas son el gran bóvido, el caballo, la cabra, el ciervo, el rebeco, el corzo, el jabalí, el conejo, el tejón y el zorro. El animal que más número de restos ha proporcionado por el momento es el caballo, con casi el 50% de los restos óseos. Sigue en importancia la cabra, con más del 30% de los restos y, a continuación, los demás animales. La representación de estas especies en el yacimiento se corresponde perfectamente con la orografía próxima del entorno, ya que se muestra como un paisaje abierto a praderas intercalado con zonas abrigadas de roquedo. Esto condiciona que caballos y cabras pudieran ser aportados completos al yacimiento, tal y como refleja la predominancia de elementos craneales y de las extremidades.

Las alteraciones óseas que hemos observado sugieren que el ser humano fue el principal agente involucrado en el aporte de los animales en Cueva Corazón.

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[28] Díez Fernández de Lomana, 2006.
[29] Yravedra, 2008.


Fernando Diez Martín, Policarpo Sánchez Yustos,
José Yravedra Sáinz de los Terreros, 
José Ángel Gómez González y Diana Gómez de la Rúa
Aruz ediciones, 2015
colección de historia montaña palentina

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